El sol oblicuo,
se dibuja en tu escote
que es dorado.
Espacio en el que
termina el mundo y
empieza tu desnudez.
Tu piel es a mis ojos,
el sueño, la sonrisa,
mis ganas de
inventarnos una
historia,
un secreto de
escaleras de
emergencia.
Tu estela,
es mi divagación,
mi primer y última
razón para pasarme un
día entero en la
institución.
Tu huella es mi placer
visual,
mi fantasía táctil.
Tu piel es a mí,
la demencia,
la incongruencia,
la causa y consequencia.
Esa leve curva
es perder el control,
dejar de medir,
el mundo,
tu piel es a mí,
el microcosmos.
Presa debería ir
la luz que ostenta
el genesis del placer,
de los ojos de un
mortal como yo.
Quién supiera dibujar,
tal naturaleza,
desearte es a mí,
la perdida del norte,
el fin de toda ética,
es no temer la
inconmensurable
cursilería
es a mí este deseo
el control del mio
devenir instantaneo:
que te deseo,
y te deseo.
No dejo de suponer
mis manos
y el erizo
indefectible de
la presencia
de mi deseo
en tu piel.
20.11.07
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